Ubicado en Hernani, a escasos minutos del centro de San Sebastián, esta finca se abre ante nuestros ojos ofreciéndonos un espacio de paz y disfrute en cualquier época del año. La obra del maestro Chillida aparece distribuida a lo largo de las 11 hectáreas que albergan más de 40 esculturas colocadas de forma estratégica. El diálogo que el artista buscaba de sus obras, entre sí y con la naturaleza, es total y hace que el visitante sea cómplice de este viaje a través de todos los sentidos.

Un largo paseo nos invita a recorrer el parque y a pararnos en sus esculturas para poder tocarlas y sentir las diferentes texturas de sus materiales. En ocasiones, incluso entrando dentro de las mismas.

En el centro de todo ello, encontramos el caserío Zabalaga, que Eduardo Chillida rehabilitó manteniendo su identidad tradicional. Sus muros reflejan el delicado trabajo de reforma que hizo con el objetivo de crear un gran espacio interior. Así, actualmente, podemos visitar exposiciones itinerantes que se conjugan con obras del artista a lo largo de sus dos plantas.

Pero su relación con el territorio no empieza ni termina en este museo, la huella de Eduardo Chillida está presente en toda Gipuzkoa. Se extiende desde las obras que encontramos en San Sebastián, donde el Peine de los Vientos es una visita obligada, hasta Chillida Lantoki, en el Valle del Hierro de Legazpi, el taller donde trabajaba los materiales y daba formas a algunas de las obras que hoy conocemos y son una referencia escultórica universal. Gracias a Chillida Leku y su trabajo repartido por todo nuestro territorio, la obra del artista parece no acabar nunca.

Información extraída de la web de turismo de la Diputación Foral de Gipuzkoa